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domingo, diciembre 17, 2006

Varios

Hoy en la sección cultural de El Comercio, Enrique Planas entrevista a Óscar Málaga (Lima, 1946) por su novela El secreto de la trapecista. "Esta no es una novela histórica, no he desarrollado un gran trabajo de investigación. Pero he sido un lector acucioso de la historia nacional, y todo eso se ha manifestado en datos precisos. Por ejemplo, decir que en la Batalla de Ayacucho, las tropas realistas estuvieran formadas por peruanos mientras que el ejército independiente estuviera formado por colombianos, argentinos, o ingleses. Son datos que sirven para dar referencias de la realidad dentro de la ficción", afirma. En la sección cultural de Correo, Carlos M. Sotomayor también entrevista a Málaga, quien "se define como un poeta que escribe narrativa". Una pregunta que va en el sentido de esa definición: "Hinostroza decía que a pesar de dominar la narrativa y el teatro, él se consideraba esencialmente un poeta. ¿Te sucede lo mismo?": "La poesía para mí es el arte del lenguaje por excelencia. No hay momento en que la palabra adquiera tal valor que en la poesía. Yo creo que la poesía puede atravesar todos los géneros literarios. Creo que la poesía debe invadir todos los géneros de la literatura, pero no para hacerla más compleja, sino para hacerla más rica de sonoridades, de lenguaje, de significado. Yo me considero fundamentalmente un poeta que escribe narración".
Por su parte, Miguel Ildefonso, ¿otro poeta que escribe narrativa? (una lista rápida en la literatura peruana actual, además de Málaga e Hinostroza, incluiría a Ortega, Verástegui, Ollé, Santiváñez, Chanove), es entrevistado por Carlos Saenz en la publicación virtual Xcrivas. "Cerré con este Hotel Lima todo un ciclo literario y vital. Con esta novela híbrida terminé el proyecto de escritura que me plantee hace como veinte años. Tengo compromisos para publicar unos relatos para unas revistas, y me voy a limitar sólo a eso, y luego a guardar un silencio. Esta, espero, será la última entrevista que doy", expresa. También dice: "Tengo amigos y conocidos de muchos círculos y nos tratamos con respeto, y sé también que dentro de esos círculos hay jerarquías y privilegios también. Con el tiempo se llega a conocer el contexto y la situación, tanto como la estructura de aquellos círculos. También llegas a saber que los problemas que hay en el país y en el mundo determinan muchas veces el manejo de lo literario. Felizmente, al conocer a creadores en diferentes ámbitos, ves que muchas de esas personas no son tan cerradas como los quieren hacer pintar. Una de las peores cosas que hay son los prejuicios, y en nuestro país hay muchas heridas y conflictos que se prolongan debido a esta actitud".
En la sección cultural de La República, Pedro Escribano publica una entrevista al narrador Antonio Gálvez Ronceros, cuyas "obras Monólogo desde la tinieblas y Los ermitaños incorporaron de manera natural parte del universo negro peruano". Incluyo una afirmación suya: "La creación artística es una opción que le deja al autor la posibilidad de elegir el tono, que puede ser irónico, triste o de rabia. Y el trabajo artístico no hace más que mostrar como parte de la actitud del personaje esos tonos que no son más que la forma cómo siente el autor el universo que está tratando. Y si de ahí se desata el humor, la ironía, es una consecuencia, es una línea de mira del autor, porque de lo que se trata , en mi caso, es que el personaje no asuma posturas de gracioso, sino que sus actitudes lo sean. No se proponen hacer reír. Es más, yo diría que ellos no saben que están provocando el humor, y me parece que eso le da naturalidad a los personajes y no fastidia como sí fastidiaría cuando un personaje desde las líneas hace ciertos guiños al lector".
En Correo, Olga Rodríguez Ulloa reseña "la segunda novela del joven escritor Ezio Neyra Magagna, Todas mis muertes". Una de sus opiniones dice así: "Es inevitable al terminar una narración no sentir, como lectoras y lectores, que hubo momentos del discurso que se pudieron profundizar y que ello hubiera contribuido a enriquecer el relato. En este terreno de lo puramente especulativo, lo que se extraña en Todas mis muertes es nervio, ese escarbar en la herida para transmitir con éxito su calidad de llaga".
En la página de opinión de El Comercio, Mario Vargas Llosa escribe sobre "Las exequias de un tirano". "El azar ha querido que me encuentre en Santiago de Chile cuando las exequias fúnebres del general Augusto Pinochet", empieza diciendo el autor de Historia de Mayta. Efectivamente, Vargas Llosa acaba de realizar en la capital chilena "dos funciones del espectáculo teatral 'La verdad de las mentiras', en el que junto a Rulfo, Faulkner, Onetti y Borges incluyó un cuento de Jorge Edwards", tal y como comenta María Teresa Cárdenas en sus palabras introductorias a la extensa entrevista al autor en la Revista de Libros de El Mercurio de hoy. Dos preguntas. "¿Por qué se da en la literatura peruana una predilección por el tema de la violencia?": "Bueno, quizás la razón es que la violencia marca profundamente la historia peruana del pasado, y por desgracia del presente. Nosotros hemos tenido una de las experiencias de violencia más atroces de América Latina, desde 1980; todos los años de la insurrección, del terrorismo, del contraterrorismo, que dejó más de sesenta y nueve mil muertos, que es lo que calcula la Comisión de la Verdad. La literatura refleja la realidad, pero en un sentido muy ancho, no solamente los hechos, sino también las reacciones psicológicas, incluso las reacciones más secretas. Y si la realidad es traumática y conflictiva y desgarrada, pues eso produce un tipo de literatura que refleja de alguna manera muy indirecta, muy metafórica, esa problemática. Sin ninguna duda. Creo que se podría extender ese argumento a buena parte de la literatura latinoamericana". "Usted pidió que no le preguntaran sobre política, pero es sorprendente que haya llegado justo el día de los funerales de Pinochet": "Es una verdadera coincidencia, porque éste es un proyecto que está gestado desde hace ya muchísimos meses. Mis opiniones sobre Pinochet y sobre las dictaduras en general creo que son conocidas de sobra. Nada me gustaría tanto como decir que espero que los jueces chilenos nos devuelvan al señor Fujimori para que el señor Fujimori pueda ser juzgado y que no se muera como ha muerto el señor Pinochet sin ser juzgado y sancionado, ¿no es cierto? Pero no quiero que eso se convierta en la razón de mi venida a Chile, porque no es la razón".
Y a propósito de Pinochet, el suplemento Revista de Libros publica un artículo de Alvaro Bisama titulado "La novela de Pinochet". "Ahora que Pinochet ha muerto, sería interesante contar las novelas que se refirieron a él, que lo tomaron como figura, que lo intentaron descifrar. Por supuesto, hay unas cuantas, pero incluso en las mejores (Casa de campo de Donoso y Nocturno de Chile de Bolaño) el gobernante de facto aparece como una figura incidental, nunca como el centro del relato. Hay, por cierto, novelas sobre sus esbirros (destacan las de la saga de Heredia de Ramón Díaz y La burla del tiempo de Electorat), cáusticas comedias (Tengo miedo torero de Lemebel) e inmersiones en la psiquis local, fracturada por el crimen institucional (El padre mío de Diamela Eltit), pero no hay quien pueda con Pinochet así de buenas a primeras, en la escritura de un relato-río sobre el dictador y sus laberintos", afirma.
Precisamente uno de los autores mencionado por Bisama, Pedro Lemebel, publica hoy en Domingo de La Nación una crónica sobre "Las exequias del fiambre". "Y ocurrió sin más ni más, que el hinchado dictador paró las patas y corrieron los generales, escoltas, cadetes y toda la fanfarria milica por el barrio alto dándose ladrillazos en el pecho por la estrepitosa muerte del ogro chileno. Un gran bufido, un flato funerario y por fin dejó este mundo la pesadilla golpista. Era para no creerlo, parecía blindado el viejo arcabuz que no quería someterse al juicio postmortem. Si había escapado a tantas querellas por crímenes y atrocidades como un batracio resbaloso que llegó al fin de su vida sin ser condenado. Y quizás, esa mueca burlona frente a la justicia quedó estampada en la vitrina de su féretro que recibió el escupitajo del joven esperando largas horas y años para darse el gusto de gargajear esa risa macabra. Y en ese salivazo nos sentimos representados tantos y muchos y todos los que brindamos saltando y bailando por una Alameda de fiesta que entre guanacazos y lacrimógenas celebramos a poto suelto el último suspiro de la bestia o el típico dictador de derecha, como bien lo dijo el ministro del Interior", escribe.
Por otra parte, en la sección cultural de El Comercio, Carlo Trivelli publica una crónica sobre la reciente exposición y acción artística de Juan Javier Salazar. "Gracias a la iniciativa del Cultural Peruano Norteamericano de Arequipa, el artista presentó una selección de su obra y realizó varias acciones en espacios públicos. Fue una oportunidad para mostrar algo de nuestro mejor arte conceptual fuera de Lima", escribe Trivelli. También dice: "El público arequipeño pudo disfrutar de una muestra antológica en la galería del Cultural y de varias acciones en espacio público, entre ellas la venta de 'perucitos' (especie de peluches con piel de otorongo y la forma del mapa del Perú, con un Chile de yapa como cola, que Juan Javier vende en los micros, total si al país lo venden todo el tiempo, al menos él nos da la oportunidad de comprarnos uno), el asentamiento de los Últimos Cuartuchos, con el espíritu de Bolognesi presente, y el paseo del Predi-Kar (entre caballo de Troya y carrito D'Onofrio, pintado con motivos desérticos) que se dio unas vueltas por la plaza de armas y cambió para siempre la noción de predicar en el desierto, entre otras muchas. Lo interesante no fue solo el encuentro (quizá el encontronazo) entre Arequipa y este vital creador y todo lo que ambos pudieron aprender uno del otro, sino que la escena artística se vuelve dinámica, que muchos artistas arequipeños participaron en las acciones (saludos, Cordero) y que quedó claro que poner las cosas patas arriba es, hoy en día y en un país como este, una buena forma de eso que llamamos arte".
Finalmente, los invito a visitar el simpático weblog de Sonia Betancort titulado La isla de la poesía (cuya locacion se sitúa indistintamente en La Palma, Salamanca, Buenos Aires, Nueva York). "He estado gran parte de la tarde navegando en tu blog. Me interesa la poesía y filosofía que destacas, el laberinto de lecturas que ofreces, tu mirada abierta al cambio. La ciudad de Lima la conocí el año pasado, y me pareció bellamente desordenada, luminosa, literaria", me comenta. Lima la bella.

En la foto: Juan Javier Salazar.