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sábado, setiembre 01, 2007

CVR y el árbol en escultura, Cueto, Watanabe

CVR Y EL ÁRBOL EN ESCULTURA. Tal y como informa Luis Arriola hoy en La República, un jurado conformado por Michael Azcueta, Víctor Delfín y los ex alcaldes Washington Ipenza (Villa María del Triunfo), Paulo Hinostroza (San Juan de Miraflores) y el reelecto alcalde de Villa El Salvador Jaime Zea decidieron por unanimidad que la escultura que se aprecia en la foto de este post (ubicada entre el cruce de las avenidas Pachacútec y 26 de Noviembre, en el distrito de VMT), perteneciente a Jaime Miranda Bambarén (de la Facultad de Arte de la PUCP) sea la elegida para conmemorar el cuarto aniversario de la presentación del informe final de la CVR. La escultura viene recibiendo "opiniones encontradas por vecinos de la zona". Arriola describe la obra como "un gran eucalipto de unos 15 metros de alto, suspendido por tres brazos metálicos. Sus ramas han sido mutiladas y están sin hojas, pero lo que más llama la atención es que sus frondosas raíces flotan en el aire". Su creador, Miranda Bambarén, expresa que se trata de un monumento a los migrantes que llegaron a Lima escapando de la violencia política en sus pueblos de origen. "Ellos fueron arrancados de su tierra, al igual que el árbol. En Lima sur viven muchas personas desplazadas. Las tres estructuras, que sostienen el eucalipto, simbolizan la violencia vivida en las tres regiones del país", sostiene. Pero los vecinos miran con ojos extraños al arbolito aéreo.
Ojalá empiece una polémica en torno a esta alucinante obra. El ¿arte conceptual?, el tema de la violencia política en tiempos post-CVR y los nuevos limeños.

ALONSO CUETO. Tal y como expresa Gonzalo Pajares Cruzado en la sección cultural de Perú 21: "Los elogios a la novela El susurro de la mujer ballena (Premio Planeta-Casamérica), de Alonso Cueto, no cesan. Citamos: 'Alonso Cueto tiene el valor de aplicar su ejercicio creativo a la edificación del presente. Debe ser reconocido el mérito porque el creador se bate cuerpo a cuerpo con la imagen y la palabra en su empeño por forjar una versión original de la realidad' (diario ABC, de España). '[Cueto] explora el poder de la culpa y la necesidad de expiación, las metamorfosis del afecto y los avatares del amor' (diario La Nación, de Argentina). 'Cueto, desde una impecable voz femenina, nos narra un drama urbano lleno de sentido contemporáneo. [Su escritura] es ágil y quirúrgica a la vez. Hay, en esta buena pieza de ficción de nuestros días, un duelo de protagonistas que el lector no podrá abandonar hasta el desenlace, que Cueto sortea con arte e inspiración' (suplemento Babelia, del diario El País, de España). Por ello, abordamos a su autor". En la entrevista, Cueto entre otas cosas sostiene lo siguiente: "Hay un tema que siempre me ha apasionado: el de la vigencia del pasado en nuestras vidas. En cierto modo, las cosas que hicimos o dejamos de hacer, nuestras culpas y carencias, nuestras pasiones y deseos, son fogonazos de la memoria. Frente al pasado, somos seres pasivos. Estamos a su merced. La armonía y la tranquilidad de las personas dependen de su buena relación con su memoria". Una reseña reciente a dicha novela es la de La vaca profana de la página peruana de Terra, la cual concluye sosteniendo que "a nuestro entender, El susurro de la mujer ballena es el mejor libro de Cueto a la fecha y un adelanto importante en su búsqueda de la plena realización estética: ha devenido con acierto en cronista de los pequeños demonios de los siempre discretos e indolentes sectores A-, B+ de nuestra siempre problemática sociedad". "Los siempre discretos e indolentes sectores A-, B+" y "Nuestra siempre problemática sociedad". Dos siempre, ¿de aquí a la eternidad?

WATANABE. La página (sin firma) de libros del suplemento Somos del diario El Comercio publica hoy una breve reseña a Un perro muy raro, el libro para niños póstumo de José Watanabe. Incluyo la reseña en su totalidad. "Notable fábula infantil que narra la historia de un pingüino que llega, de polizonte, a un puerto y, para evitar ser devuelto a la Antártida -de donde ha huído porque se moría de frío-, se disfraza de perro y se convierte en la encantadora pero extraña mascota de un anciano solitario. En efecto, el susodicho 'perro' ni anda en cuatro patas, ni ladra ni persigue a los gatos pero se comporta como si fuera un entrañable animal domético. La dinámica divertida pero desconcertante del relato continúa hasta el final, en que encuentra un desenlace feliz pero no menos sorprendente. Se trata de un libro para niños de seis años o más -tal como reza la 'advertencia' de la contratapa- pero puede ser disfrutado igualmente por adultos. Después de todo, ¿qué es esta historia sino una sencilla metáfora del exilio voluntario de un ser que se siente desubicado en su propio hábitat y que encuentra un hogar fuera de él? Una lectura semejante es perfectamente válida, aunque, obviamente, el libro no está concebido para que sus lectores objetivos -los chicos- realicen tales elucubraciones. Pero sí comunica una moraleja al alcance de todos: que es posible ser lo suficientemente libre como para elegir una forma de vida independiente de nuestros condicionamientos. Alucines aparte, el cuento de Watanabe está muy bien ilustrado por Víctor Aguilar, lo cual le da un importante plus al placer de su lectura".