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sábado, noviembre 17, 2007

Tres lecturas a propósito de La cuarta espada

Santiago Roncagliolo se encuentra en Lima, ciudad en la que presentará y promocionará su libro La cuarta espada. En las últimas semanas han aparecido tres lecturas con relación al libro que enseguida consigno. El jueves en la última edición de Caretas Rocío Silva Santisteban en la columna Olor a tinta publicó una reseña en la que entre otros aspectos señala lo siguiente: "Si bien es cierto que el objetivo principal del libro es entender la alteridad radical que implica el ser humano Abimael Guzmán, más allá de las monolíticas descripciones que lo congelan bajo adjetivos gruesos de monstruosidad; en el fondo, según mi perspectiva, se trata de la puesta en escena de una voz, la del narrador, que indaga por el cinismo de su generación, por la indiferencia de los sectores privilegiados, por los abismos entre ricos y pobres, y sobre todo, por los sujetos que formaron parte activa de una guerra que, a su vez, mantuvo a miles en tremenda indiferencia". También afirma que La cuarta espada "es un libro muy importante para nuestra identidad como nación, pues no reduce al otro a la monstruosidad, sino que indagando en su humanidad, saca a la luz otras motivaciones más allá de las políticas usuales. El texto da a conocer detalles de la infancia de Abimael y el abandono de la madre, indaga sobre la existencia de un romance en sus primeros años de universitario en Arequipa que, al parecer, tuvo como resultado una hija; asimismo, deja en claro que su mayor virtud como 'intelectual' ha sido estar atento a los cambios estratégicos de los diversos gobiernos de turno; y que finalmente el 'partido tenía mil ojos y mil oídos' pero una sola y autoritaria voz: la de él mismo. También lo muestra como un dirigente que no tocaba armas, que estaba fuera del teatro de operaciones, y que se mantenía es una especie de burbuja panóptica. A su vez, Roncagliolo llama la atención sobre los errores que llevaron a la caída de la cúpula: casi todos pecados de pasión amorosa".
Por otra parte, el último domingo de octubre, en El Dominical de El Comercio, Marcel Velázquez Castro reseñó el libro. "En la narración, predomina una lectura melodramática que a veces roza lo pueril y que aparece como explicación sugerida de la trayectoria de Abimael Guzmán y de las propias formas de organización del propio PCP. La calidad de hijo bastardo, el amor frustrado en la adolescencia, el supuesto hijo que no conoció, el triángulo amoroso con Augusta La Torre y Elena Iparraguirre. Todos esos elementos forman un conjunto de datos que son hilvanados como un atractivo culebrón, pero que son claramente insuficientes para comprender a los actores de un proceso de violencia política y militar. El colapso y final del PCP también se busca decodificar de ese modo. Fue el exceso de pasiones el que provocó la rápida caída del Comité Central: el amor entre miembros de la cúpula facilitó la victoria de Benedicto Jiménez y sus hombres. La moraleja parece ser que existe una zona irreductible de humanidad en todos los senderistas y esa es la que termina perdiéndolos", afirma. Y señala a su vez que "desde una inicial posición pragmática y cínica asociada al oficio de periodista [el narrador en primera persona] se va involucrando afectivamente con su objeto de estudio. El clímax se alcanza en una de las playas de Asia: Roncagliolo justifica, en carne propia y bajo ciertas circunstancias, la opción de los militantes de Sendero. Su objetivo no es presentar una interpretación comprehensiva del conflicto armado interno, pero cada cierto trecho cae en la tentación amparado por citas genéricas de Hobsbawm e Isaiah Berlin. Sus fuentes bibliográficas son principalmente libros de periodistas, las más complejas interpretaciones del fenómeno (Degregori, Portocarrero, Manrique) brillan por su ausencia".

Finalmente, el domingo 11 en la página Contracorriente de El Comercio David Hidalgo Vega publicó un artículo en el que da cuenta que "desde que Guzmán inició su guerra se lo ha estudiado mucho y con miradas más sólidas" que la ofrecida en La cuarta espada. "Se necesita más indagaciones, con el entusiasmo -aunque sin tantas pretensiones- del libro que motiva este recuento. Todavía hay misterios en Abimael Guzmán que no se han aclarado. Quien quiera saber más, bien puede empezar por estos libros", escribe. Esos libros son Qué difícil es ser Dios: ideología y violencia política en Sendero Luminoso ([1989] 1990) de Carlos Iván Degregori, Sendero: Historia de la guerra milenaria en el Perú (1990) de Gustavo Gorriti, Sendero, el movimiento subversivo más letal del mundo (1992) de Simon Strong, Los apóstoles de la guerra: psicología política de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso (1998) de César A. Francis y Sendero Luminoso: subversión y contrasubversión (2004) del coronel Teodoro Hidalgo. Es decir, aquí también "brillan por su ausencia" los aportes de Gonzalo Portocarrero y Nelson Manrique. Y ya que David Hildalgo no limita su lista a libros ligados exclusivamente a la figura de Guzmán, valga añadir La palabra permanente de Juan Biondi y Eduardo Zapata (Lima, Fondo Editorial del Congreso, 2006) cuyo primer capítulo se ocupa de "Sendero Luminoso y la violencia en el Perú: Los otros senderos y la contratextualidad subversiva" (95-152), basado "en las ideas que los autores plantearan en su libro El discurso de Sendero Luminoso: Contratexto educativo (Lima, Concytec, 1989)" (35).

PD Domingo 18
: La sección cultural de El Peruano da cuenta de las presentaciones que Roncagliolo ofrecerá en Lima.


En la foto: Santiago Roncagliolo.