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miércoles, julio 11, 2007

Breves

PIERO QUIJANO. Hoy la página de opinión de La República publica dos artículos referidos a la polémica sobre la censurada muestra de dibujos de Piero Quijano. El primero pertenece a Ronald Gamarra, ex procurador anticorrupción. "Una vez más censuraron a Quijano. Claro que esta vez fue a Piero, no a Alonso. El oscurantismo limeño se lanzó sobre un afiche, una banderola y tres caricaturas; los intolerantes no fueron el padre Pero Pérez ni el Maese Nicolás, sino el general Edwin Donaire, comandante general del ejército, y funcionarios del INC; el artista, se dice, había enloquecido, y no precisamente por la lectura de las novelas de caballería sino por la revisión de las conclusiones de la CVR; por ello, se procedió a "sanear el ambiente", no con el fuego manchego, aunque sí con el retiro de los cuadros, la ira castrense y la aprobación presidencial.. Ante tal despropósito, nuestra solidaridad con Piero Quijano y, por cierto, la democrática reafirmación de que toda censura es inaceptable, venga de donde venga y cualquiera que sea el argumento que pretenda ampararla. Cuando se prohíbe o limita la circulación de un libro, la exhibición de una pintura o la presentación de una película, se atenta contra la libertad del ser humano. Por ello, cualquier forma de censura es peligrosa", afirma. El segundo artículo es de Chachi Sanseviero (quien ya se refirió al tema el pasado 27 de junio), y en él menciona que dentro de la polémica "destacan dos opiniones que debieron quedar al margen de cualquier manifestación pro oficialista. La de Caretas, por ser víctima decana y baluarte de la libertad de expresión y por su proverbial e histórica irreverencia al poder de turno. Pero más sorprende la del director de la Biblioteca Nacional del Perú, erudito profesor que se vanagloria de haber mamado de la cultura republicana francesa y que ha considerado válido descalificar una expresión artística en los ámbitos de un Estado en el que, ¿quizás por miedo?, no se debe 'confesar sus límites' ni 'sus equilibrios precarios' (Perú 21, 6/7/07). Sic y sin comentarios".

BRYCE. Ayer en la página de opinión de La República, el dramaturgo y guionista Eduardo Adrianzén (imperecederamente recordado -lo propio para Juan Manuel Ochoa con El Jaguar- por su estupendo papel como El Esclavo en la película de Lombardi La ciudad y los perros) publicó un artículo titulado "En nombre de Julius", el cual transcribo en su integridad: "Para mi generación, Alfredo Bryce era una referencia de escritor consagrado. Su nombre se pronunciaba con respeto, y algunos soñábamos con acercarnos siquiera un poquito a su coloquial forma de narrar y talento para crear personajes inolvidables. Hasta La vida exagerada de Martín Romaña –que ya era un poco exagerada en su extensión– esperábamos sus novelas con interés y sobre todo placer. Pero poco a poco, el entusiasmo se desvaneció. Quizá empezamos a sentirlo repetitivo, o las anécdotas de Manolo o Cucuchi ya no hacían tanta gracia (hoy puedo confesar que abandoné La amigdalitis de Tarzán a la mitad) pero a pesar de sus baches, Bryce era el creador de Un mundo para Julius y se le perdonaba todo, aunque a diferencia de la mayoría de escritores que alcanzan la plenitud después de los 50 años, él parecía involucionar. Claro que decir esto en voz alta era una herejía. Quienes lo conocen en persona concuerdan en que es un conversador insuperable y un gran amigo de sus amigos, y esta aura de simpatía creó un círculo de incondicionales prestos a defenderlo de cualquier juicio. Solo unos pocos, como el ácido Marco Aurelio Denegri, se atrevían a dudar de sus méritos literarios... hasta el episodio de los plagios y todo lo que ya sabemos que, a mi entender, tiene un tristísimo colofón en la entrevista del último Caretas. Luego de leerla, me provoca pedir en nombre de Julius y su mejor época: por favor, nunca más vuelvan a entrevistar a Alfredo Bryce. Que sus seres queridos –que sin duda son muchos– traten de evitar que declare cosas que carecen de toda lógica, que insultan a otros colegas escritores y terminan dando vergüenza ajena. Mejor no le den tribuna para que muestre que algo se ha roto dentro de él. En suma, impidan que acabe convirtiéndose en el Mario Poggi ilustrado o un personaje del circo mediático. Y a las nuevas generaciones: no vayan a creer que siempre fue así, en serio. A veces, todo escritor pasado... fue mejor".

ALONSO CUETO. El pasado jueves 05 la sección Cultura & Espectáculos del diario argentino Página 12 publicó una entrevista de Ángel Berlanga a Alonso Cueto a propósito de su reciente novela El susurro de la mujer ballena. Incluyo dos preguntas. "En sus libros, de alguna forma, semblantea a la clase alta": "Soy de una familia de clase media y conozco a gente clase media y alta, son los protagonistas de mis historias. Uno no puede escribir sobre un mundo social que ignora; no podría ofrecer una versión del mundo de las clases populares, porque las conozco de manera muy superficial, y en consecuencia daría una visión postiza. Lo que importa en literatura no es la clase a la que pertenezcas, sino el valor estético que le das a las obras". "¿Y qué reacciones encontró en las críticas?": "En fin, me han dicho que tengo una perspectiva señorial (se ríe). Y posiblemente la tenga, porque los personajes pertenecen a esa clase social. A mis libros en general le critican los finales felices. O que al menos no sean tan dramáticos, tan trágicos. De eso me acusan. Y yo creo que cada uno tiene una forma de ver la vida. Dentro de las tragedias, los dramas y las violencias del mundo hay un lugar para la esperanza, para la reconciliación, y es mi perspectiva de las cosas. La gente con más vocación para la desesperanza lo verá de otra manera. El final triste tiene mayor prestigio literario. Pero en la vida unas historias acaban bien y otras mal, y otras en el medio; a mí me interesan las que acaban entre el bien y el mal, con alguna zona hacia la esperanza. Es mi experiencia de vida". Cueto responde a su vez a quienes vemos a, entre otras, su novela La hora azul y a Abril rojo de Roncagliolo asociadas al tema de la violencia política en la novela peruana post-CVR: "Mira –dice Cueto luego de reírse un poco–, creo que los temas, la verdad y la reconciliación, son universales. Más allá de que estoy de acuerdo con lo que dice el Informe. Con lo que no estoy muy de acuerdo es con adscribir una obra literaria a una posición ideológica o política determinada: me parece que desvirtúa y simplifica, esquematiza. Pero en fin, cada uno escribe lo que quiere". Uno escribe (y dice) lo que quiere.

HERNANDO DE SOTO. Las secciones culturales de La República y Correo destacan hoy la inclusión del economista Hernando de Soto (El otro sendero, El misterio del capital) en el libro Los doce economistas más importantes del mundo, publicado por la prestigiosa editorial suizo-alemana Orell Füssli. El libro empieza incluyendo, como no podía ser de otro modo, a Adam Smith y a Karl Marx.

JOSÉ DONAYRE. Ayer la sección cultural de Correo publicó una entrevista de Carlos M. Sotomayor al narrador José Donayre a propósito de su nuevo libro Horno del reverbero. "El libro nace en un blog, pero al comienzo no pensé en la posibilidad de publicarlo. El blog me pareció un soporte, un sistema de comunicación interesante. Me pareció divertido tener una historia y al día siguiente publicarla, y que la pueda leer cualquier persona en cualquier parte del mundo. Pero lo que es cierto es que todavía internet y los blogs no tienen el estatus que tiene un libro impreso", afirma.

CASTAÑEDA. Hoy Gonzalo Pajares Cruzado en la sección cultural de Perú 21 y Enrique Planas en la sección cultural de El Comercio entrevistan al narrador Luis Hernán Castañeda a propósito de su libro de cuentos Fotografías de sala. Dice Castañeda en Perú 21: "Claustrofobia, encierro, asfixia y opresión son los rasgos que distinguen [a mis personajes] y que quiero transmitir al lector. Quizás esta sensación se refuerce porque todas las historias son domésticas y, al desarrollarse en el espacio cerrado de una casa, exploran los mecanismos de exclusión e inclusión que se dan en una familia. Además, pretendo reflexionar sobre la ficción, la escritura y la tarea del escritor. Por ello, mis relatos son más de atmósfera que de acción y se preguntan ¿qué es la ficción frente a la biografía? La respuesta que he hallado es que la escritura es el espacio intermedio entre el adentro y el afuera". Y en El Comercio, sostiene: "Una cosa que se dice de mi generación es que goza de una gran variedad temática. Creo que esta supuesta virtud puede ser peligrosa, pues si hay tanta multiplicidad de temas es porque, en realidad, no hay ningún tema importante que nos defina como grupo. Espero que haya escritores que definan su propia obra a partir de sus demonios y fantasmas recurrentes. Eso es lo que le da valor a la obra de un escritor: una columna vertebral que recorra su obra y que se traduzca en algo importante que contar. Es cierto que esta generación tiene estilísticamente muchos méritos, pero creo que el qué contar es una tarea pendiente". El domingo, en su columna de libros en Correo, Olga Rodríguez Ulloa afirmó que "Castañeda es, pues, un fino tejedor de lo inquietante, ya que la zozobra aflora de la lectura de todos sus relatos. Así, nos veremos aquejados por un clima de cierto misterio que sugiere pasados terribles, ofensas imperdonables de las que no hay retorno y que impregnan los ambientes de un hálito de gravedad. La mayoría no resuelve este sentimiento sino que lo sistematiza para dejarnos con la sombría certeza del absurdo, tan incómoda como conmovedora y placentera".

En la foto: Hugo Neira y Chachi Sanseviero el pasado mes de marzo en una actividad en el Auditorio Juan Mejía Baca de la Biblioteca Nacional.