Más Ramírez Ruiz
El weblog Tierra ígnea de Armando Artega publica fotos inéditas (incluida la que aprecian en este post) del poeta Juan Ramírez Ruiz, tomadas en el bar Queirolo del Centro de Lima en los últimos meses de su vida. Por mi parte, publico a continuación un poema inédito de Victoria Guerrero del nuevo libro que viene elaborando, el cual incluirá un "Anexo-JRR" con textos inspirados o dedicados al autor de Un par de vueltas por la realidad. Valga mencionar que uno de esos poemas, "JRR", ya fue publicado por Urbanotopía y republicado en esta Zona de noticias en octubre del 2006. El poema de Guerrero.
JUAN Y EL MAR
Otra vez camino hacia el mar, Juan. Al parecer el mar no me deja, mucho menos su nostalgia.
Veo tu figura desgarbada frente al Báltico. Estás tirado entre las plantas que crecen salvajemente al pie de las arenas, hundido, atrapado como un animal acuático que se ahoga bajo el sol de los desiertos del Perú.
Y, sin embargo, hemos encontrado esplendor en aquellos cerros tomados, repletos de muchachos y muchachas que hablan el nuevo castellano aprendido a fuerza de escuela.
Juan
¿Dónde yaces hoy?
¿En qué cantina te ocultas?
¿Qué calle te recibe en su hirviente cemento quemándote la espalda?
Tú no me conoces. Pero más de una vez he andado a través de tus poemas como extraviada por una impúdica alegría. Y he sonreído y he llorado en mis noches de lectura febril en las que el único mundo posible se abraza a la poesía, y he recordado tus continuas migraciones de Chiclayo a Lima de Lima a Chiclayo, y mis continuas dudas de Lima a Boston de Boston a Lima.
-Finalmente todos los caminos son semejantes, dijiste.
-Finalmente algún día habremos de encontrarnos.
Ese, mi deseo
JUAN Y EL MAR
Otra vez camino hacia el mar, Juan. Al parecer el mar no me deja, mucho menos su nostalgia.
Veo tu figura desgarbada frente al Báltico. Estás tirado entre las plantas que crecen salvajemente al pie de las arenas, hundido, atrapado como un animal acuático que se ahoga bajo el sol de los desiertos del Perú.
Y, sin embargo, hemos encontrado esplendor en aquellos cerros tomados, repletos de muchachos y muchachas que hablan el nuevo castellano aprendido a fuerza de escuela.
Juan
¿Dónde yaces hoy?
¿En qué cantina te ocultas?
¿Qué calle te recibe en su hirviente cemento quemándote la espalda?
Tú no me conoces. Pero más de una vez he andado a través de tus poemas como extraviada por una impúdica alegría. Y he sonreído y he llorado en mis noches de lectura febril en las que el único mundo posible se abraza a la poesía, y he recordado tus continuas migraciones de Chiclayo a Lima de Lima a Chiclayo, y mis continuas dudas de Lima a Boston de Boston a Lima.
-Finalmente todos los caminos son semejantes, dijiste.
-Finalmente algún día habremos de encontrarnos.
Ese, mi deseo