Bala perdida, el nuevo poemario de Montserrat Álvarez
El sello mexicano El billar de Lucrecia acaba de lanzar el nuevo poemario de Montserrat Álvarez, Bala perdida, publicado con el apoyo económico del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales. La poeta publicó anteriormente, en poesía, Zona dark (Lima, 1991, libro al que la autora le debe mucho de su fama), Underground (Asunción, 2000), Alta suciedad (Buenos Aires, 2005) y Nerópolis (antología poética con prólogo del escritor paraguayo Cristino Bogado publicada en Lima el 2006). Bala perdida será presentado el próximo jueves 22 de febrero en la ciudad de Guadalajara. El poeta Arturo Corcuera, de quien recuerdo publicara algunos de los primeros poemas de la autora en la revista de poesía Transparencia, escribe un prólogo al libro bajo el título de "Montserrat Álvarez en vivo y en directo", el cual reproduzco en su integridad a continuación: "Escribir el prólogo para un libro de Montserrat significa correr un riesgo. Me podría resultar un texto solemne y sería el acabóse. Me expongo a que lo estruje antes de concluir su lectura o que lo haga pedacitos mientras lo va leyendo, como ocurre a veces con el pan o con un objeto indefenso que tiene sobre la mesa. Se pondría lucífera al rojo vivo o quizás hasta le daría soponcio. Si me fuera al otro extremo, lejos de lo convencional, y le escribiera un texto inalámbrico, móvil, posmoderno, estoy seguro de que correría la misma suerte. No tengo salida; lo que agrava mi caso es no ser profesor ni crítico ni analista literario, atajos u ojos de buey que me podrían servir de escape. Soy sólo un mortal que escribe versos, como ella (¡ya quisiera yo!), y su lector contumaz y amigo obediente. Desistir de hacerlo sería reconocer que he fracasado como hacedor de prólogos, además de perderme la ocasión de mandarme la parte. Prologar su poesía es tentador; constituiría una proeza intentarlo. Salir airoso equivaldría a sentir el alivio del trapecista después de sus volteretas sin red de seguridad. O a atrapar en el aire una bala perdida. Detrás de su antifaz juguetón y provocador hay una mujer dulce y tierna, candorosa y sensible, porfiadamente humana. Yo preferiría evocar algunas instantáneas suyas que han quedado impresas en mi recuerdo y que dan una idea de su genio y figura: la vez que me visitó en el Instituto 'León Tolstoy' de Lima con el rostro totalmente bañado en una crema que la invadía hasta el cuello, debido a una insolación playera. Parecía una fruta candente cubierta con crema chantilly. La veo desplazarse en la claridad del día vestida toda de negro, ante la mirada atenta de sus compañeros, por las áreas verdes de la universidad Católica, alta, imperturbable y remota. El día que viajó a España en el mismo avión que mi hijo Javier, casi adolescentes los dos. Partían a estudiar filosofía y cine, en cada caso. Supe después que no se dirigieron la palabra durante todo el trayecto. Silencios desafiantes y autistas cuya estridencia Montserrat incluso ha hecho alguna vez sentir frente al público. Siempre aprecié en su poesía la desfachatez expresiva, los desplantes, el aplomo en el arranque crítico y reflexivo, el manejo maduro del instrumento poético, la limpieza y la seguridad de su escritura que le da el haber asimilado un amplio espectro de lecturas. Ese tono tan personal como su caligrafía de alambre empinado y nervioso, lo más parecido a las líneas de un electrocardiograma que anuncia un infarto. Voz culta la suya, de la que no hace gala ni ostentación. Por eso celebro que haya sido considerada en la colección más interesante de poetas jóvenes de América Latina que se publica en México y que dirige Rocío Cerón, poeta también que se las trae. La colección El Billar de Lucrecia tiene una connotación erótica y cósmica y golfística. Me sugiere la visión de un planeta atraído y devorado por un hueco negro o la de una canica introduciéndose deportivamente con palo y todo en el hoyo de un campo de golf. No sé si afirmar que la poesía es el ángel de las bolas de oro o el agujero donde está destinado a consumirse el fuego de todo cuerpo celeste". Por su parte, Luigi Amara escribe el siguiente texto incluido en la contracarátula de Bala perdida: "Cuando parecía que la poesía había perdido para siempre su acento disruptivo, cuando entre caravanas cortesanas y coqueteos con cancioncitas pop y eslóganes publicitarios ya nadie imaginaba que volvería a entenderse como una acción subversiva, llegan desde Paraguay los poemas de Montserrat Álvarez, poemas feroces, desamparados, que no excluyen cierta añoranza, y en los que quizá resuena algo del ya casi olvidado Aldo Pellegrini –no su dicción, sino su impulso. Como si hastiada del proceso de domesticación que atraviesa la poesía, de esa idea lánguida de dar a la imprenta poemas inofensivos, dóciles, que ronronean en busca de aplausos, Montserrat hubiera optado por un énfasis provocador y al mismo tiempo crítico, por la digresión apasionada, por el descreimiento. Siempre del lado de los que no tienen nada, de los que tampoco tienen a dónde ir, sus poemas, de un ritmo portentoso y una musicalidad antigua, que recuerda la época de las sagas pero con disonancias punk, son artefactos que a la manera anarquista terminarán por estallar en las manos del lector, haciendo saltar por los aires el rancio amor que tal vez todavía profesaba por la poesía decorativa y su lenguaje adormilado". Los poemas que conforman el libro son los 16 siguientes: "Todos aquellos", "Argos", "Preguntas", "Ella ve más lejos", "La señorita Tristeza y el ángel", "De las estatuas", "Caracola", "Botella al mar del futuro", "Canción idiota", "Poema cristiano", "Ars poética ii", "Lo que me dijo un día la vecina frente a la ventana, en su piso del barrio del Portillo, en Zaragoza", "Kazán Pulgoso", "De los nuestros", "Poema cursi para lo ya sido" y "Días de playa", dos de los cuales aparecieron el pasado mes de octubre en Letras.s5 (di cuenta de ello en su momento en esta Zona de noticias). Incluyo el segundo poema del libro.
ARGOS
Argos, perro de Ulises, abre tus ciegos ojos,
el hombre no merece tu amor ni tu piedad,
el hombre a medianoche se mira en el espejo
y su rostro espantable se quiebra en carcajadas
El hombre es criatura que Satán ha forjado
amasando pedazos de materias monstruosas
y cuando ante sí ve su propia cara infame
a un presunto demonio con el dedo señala
Argos, perro de Ulises, no engañes más tu noble
ceguera que no entiende del Bien, trampa del Mal,
ni tampoco de éste, y que no ha conocido
la indignación virtuosa del que condena y odia
Dios te ha puesto en el mundo como Su testimonio
Iluminas la noche del alma de los hombres
En ti la vida alienta sin mancha de consciencia
y no hay en tus entrañas el signo de la Muerte
Cuando todo termina, al gran Ser que te hizo
surgir desde su hondura sobre su superficie
para correr un poco y retozar a veces,
te reintegras manso y en paz y sin rencores
Cuando nacéis sois varios, tus hermanos y tú,
como si de la pasta arcaica de las cosas
se dispersaran trozos gemelos y distintos
con el brío y la alegría de los hechos del Cosmos,
igual que una partida de estrellas, y en el lapso
de una jornada clara en la que no hay pecado,
saltáis sobre la tierra, llenándola de fuerza
En la foto: carátula de Bala perdida.
ARGOS
Argos, perro de Ulises, abre tus ciegos ojos,
el hombre no merece tu amor ni tu piedad,
el hombre a medianoche se mira en el espejo
y su rostro espantable se quiebra en carcajadas
El hombre es criatura que Satán ha forjado
amasando pedazos de materias monstruosas
y cuando ante sí ve su propia cara infame
a un presunto demonio con el dedo señala
Argos, perro de Ulises, no engañes más tu noble
ceguera que no entiende del Bien, trampa del Mal,
ni tampoco de éste, y que no ha conocido
la indignación virtuosa del que condena y odia
Dios te ha puesto en el mundo como Su testimonio
Iluminas la noche del alma de los hombres
En ti la vida alienta sin mancha de consciencia
y no hay en tus entrañas el signo de la Muerte
Cuando todo termina, al gran Ser que te hizo
surgir desde su hondura sobre su superficie
para correr un poco y retozar a veces,
te reintegras manso y en paz y sin rencores
Cuando nacéis sois varios, tus hermanos y tú,
como si de la pasta arcaica de las cosas
se dispersaran trozos gemelos y distintos
con el brío y la alegría de los hechos del Cosmos,
igual que una partida de estrellas, y en el lapso
de una jornada clara en la que no hay pecado,
saltáis sobre la tierra, llenándola de fuerza
En la foto: carátula de Bala perdida.