zonadenoticias

domingo, abril 13, 2008

Una celebración por Intermezzo

Por José Güich Rodríguez*

Buenas noches a todos: No puedo ocultar mi honda satisfacción al compartir esta mesa con Lucho y César, dos entrañables y queridos amigos de siempre, quienes decidieron, no sé por qué motivaciones secretas, que yo podía presentar esta flamante y combativa entrega número 5 de la revista Intermezzo tropical. Les agradezco mucho el gesto, maestros.

Me une con ambos un vínculo fraternal de muchos años, desde los tiempos en que todos, rebeldes y apasionados -lo seguimos siendo, por si acaso-, coincidimos en la Universidad Católica, en la especialidad de Literatura. Más allá de eso, nos aproxima, sobre todo, la esperanza acerca de que otro mundo es aún posible, tanto como el espíritu de resistencia crítica y la alegría.
En varios grados, estos conceptos cobran vida plena en la edición, lo mismo que en las anteriores. Junto a Victoria, Paolo y Martín, a quienes también les expreso mi afecto y agradecimiento, estos auténticos guerreros del intelecto y la acción han demostrado que aún es posible recuperar un espacio para el pensamiento disidente y libre de ataduras. Una publicación que reanima el discurso reflexivo de izquierda -esa de las grandes tradiciones libertarias- tan vapuleado por oportunistas y demagogos de variado pelaje, así como de sectarios hipócritas que engordan a costa del pueblo, como ratas en bodega de barco.
Por otro lado, contra las prédicas de los sumos sacerdotes del mercado y sus lacayos, que azuzan desde las sombras para descalificar una opción justa y necesaria, Intermezzo tropical propone una alternativa progresista, muy bien sustentada en el conocimiento académico, pero abierta al país y al mundo que nos ha tocado en suerte.
Es decir, una izquierda imaginativa y creadora y, por qué no decirlo, lúdica, porque no hay mejor modo de zaherir a los tenderos de las tecnocracias, a los fundamentalistas de la estadística -que ven caviar hasta debajo de la cama, incluso suspendiendo alguna muy placentera faena amatoria- que bombardearlos con ironía trepidante, que desestabiliza y socava la opresión, el abuso del poder, el autoritarismo y todos los mecanismos de control inventados por los centros de dominación política para impedir que la libertad y la democracia sean realmente nociones constructoras de un orden diferente, más humano y solidario.
A cuatro décadas del Mayo Francés, nunca fueron más urgentes tales reivindicaciones.
Atrás también quedan esos sectarios y burócratas con cara de palo de la Vieja Guardia, reacios a soltar una buena carcajada, sin percibir, necios, que las convicciones de igualitarismo no están reñidas con lo festivo, con los guiños cómplices, con el placer de estar vivo, aunque sea en un mundo terrible, injusto y defectuoso por donde se le mire. Y también, esperemos, que queden muy relegadas en la memoria las hordas bárbaras y esquizofrénicas de Guzmán y su abominación genocida, que tanta sangre y lágrimas le costaron al país.
En eso se parecen a los neoliberales globalizantes, esos monaguillos del "pensamiento hamburguesa", de "la doctrina de supermercado": carecen por completo de humor, del conocimiento acerca de que la alegría es altamente catártica y que es capaz, en dosis bien administradas, de traerse abajo las más pútridas y salvajes tiranías, usando solo la inteligencia y la sensibilidad que brota del compromiso con altos ideales y con la gente.
Debido al tiempo, no podré destacar todos los artículos. Creo que la edición habla por sí misma. Lo que sí les aseguro es que hice mi tarea, y leí la revista con deleite. Si no, Lucho y César me habrían exigido que realizara una autocrítica, y que después me flagele en público por semejante afrenta a la causa. No les daré gusto, amigos. Además, sería un espectáculo poco grato (al menos, para los presentes).
En primer lugar, es de gran relevancia la selección editorial del motivo-guía: la migración, tema complicado y dramático, que también exige un diálogo racional con la realidad circundante.
A través de diversos enfoques, se articula una imagen panorámica de lo que representa el fenómeno no solo en el Perú de hoy, sino en un mundo cuyas fronteras administrativas cada vez son más endebles. Eso sería extraordinario si nos condujera a un nuevo nivel de conciencia, a un reconocimiento de que los Estados nacionales son engendros que separan a los seres humanos en tribus cargadas de recelo y de odio, y que deberían extinguirse, así como los ejércitos y todo rezago de militarismo.
No obstante, sumergiéndonos en la lectura de los ensayos, percibimos que las migraciones son, en gran medida, el resultado de la inviabilidad de países incapaces de satisfacer las mínimas condiciones de bienestar para sus ciudadanos, víctimas de la inoperancia y corrupción de los gobiernos que se suceden, década tras década.
Estos no son nada más que agentes de políticas económicas dictadas desde ejes concretos, defendidas a capa y espada por títeres locales para quienes es más importante que las cuentas cuadren, no importando si se sacrifica a las personas, hombres y mujeres con nombre, apellido e historia.
Es decir, monstruos de la misma calaña de esos fascistas que afirman, sueltos de huesos, que no importa sacrificar una comunidad andina entera, en la época de la Guerra Interna, si así se asegura el exterminio de un par de subversivos.
Creo que es de revisión obligada el texto de Víctor Hugo Perales, "Néctar o espejismo. Migración peruana en Sudamérica", que articula un excelente tándem con el trabajo de Victoria Guerrero sobre los inmigrantes en la ciudad de Berlín, denominado "Okupando Berlín. Casas proyecto y migración". Muy cerca, "Migraciones en el cine peruano", de Emilio Bustamante, marca los tiempos de la cinematografía peruana en su abordaje del tema.
Una sección, el portafolio Arguedas (con las contribuciones de Enrique Bernales y César Ángeles), se concentra en la figura del gran escritor andahuaylino para graficar la experiencia del migrante desde los terrenos de la literatura: Enrique, desde el análisis profundo de El zorro de arriba y el zorro de abajo, y César, respecto de la correspondencia de José María con dos mujeres vitales en su existencia: las hermanas Alicia y Celia Bustamante, compilada por Carmen María Pinilla. Y el texto narrativo de Fernando Cueto apasiona por su inmersión en el universo de ese libro genial.
Los fuegos, al respecto del tema, los abre Juan Zevallos Aguilar, con su artículo sobre las vanguardias andinas, encarnada por colectivos como el ya legendario grupo Orkopata, timoneado por Gamaliel Churata y otros artistas e intelectuales de fuste.
En otros instantes, no desligados del tema central, sobresalen aportes como el de Martín Guerra, "La velocidad de las cosas. Una cartografía de la modernidad". Con claridad expositiva, este trabajo discute con criterio ideas relacionadas con la construcción del espacio, a partir de pensadores como De Certeau, Foucault y Jameson. Sus conclusiones incentivan la necesidad de recuperar la geografía urbana como un territorio liberado de las trayectorias o desplazamientos impuestos verticalmente por el poder.
Y las secciones de creación, así como de reseñas, invitan al gozo; por ejemplo, los poemas del siempre recordado Josemári Recalde y los del hoy recuperado Guillermo Chirinos Cúneo. Caso aparte es el polémico artículo de José Rosas Ribeyro sobre los orígenes reales de la obra de María Emilia Cornejo, o el adelanto del nuevo libro de Siu Kam Wen (ejemplo extraordinario de migrante y escritor que adopta otra lengua y cultura para expresarse). Y la breve antología de Róger Santiváñez sobre poesía escrita por migrantes de varias nacionalidades, nos desplaza nuevamente al punto de partida.
Aquí finalizo mi breve intervención. Felicito sinceramente a mis amigos por su persistencia, por no claudicar, por seguir su lucha contra la exclusión, la discriminación y el racismo desde la órbita de la cultura. Por creer que el Paraíso es aún factible en este pobre planeta.
Leeré, si me permiten, un profético fragmento de Multitud, el imperdible libro de Michael Hardt y Antonio Negri, que no dudo en recomendar:
"Después de este largo período de violencia y contradicciones, de guerra civil global, de corrupción el biopoder imperial y de infinitos afanes de las multitudes biopolíticas, la extraordinaria acumulación de reivindicaciones y propuestas de reforma debe ser transformada en algún momento por un poderoso acontecimiento, por una necesidad insurreccional radical. Ya se puede reconocer que hoy el tiempo está escindido entre un presente ya muerto y un futuro viviente, y que el profundo abismo que los separa se está haciendo enorme. A su debido tiempo, un evento nos lanzará como una flecha hacia ese futuro viviente. Ese será el verdadero acto político de amor".
Muchas gracias, amigos todos.

En la foto: José Güich, bien apertrechado y practicando sus mejores golpes.
* Leído el lunes 24 de marzo en La Noche de Barranco.