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domingo, agosto 19, 2007

Breves

EL TERREMOTO. A cuatro días del terremoto del miércoles aún se siguen sintiendo, tanto en Lima como en Ica, las "réplicas" del sismo (palabra incorporada al vocabulario de todos en estos días) que a mí, dado el largo tiempo pasado, ya me empiezan a inquietar. No se trata de crear alarmas falsas, por supuesto, pero entre el llamado a mantener la calma con el que nos animamos entre todas las personas y las réplicas constantes (mañana, tarde y noche) de la naturaleza, no tenemos sino que esperar a que éstas sean simplemente el apaciguamiento de la convulsión sísmica.
Quiero consignar dos columnas que, desde la ultraderecha, se refieren a la incapacidad mostrada por el Estado peruano tras el terremoto. En la sección de opinión de El Comercio Fritz Du Bois habla de "Un Estado resquebrajado". "Imaginemos que el terremoto hubiera ocurrido en la sierra y no en una región costeña a 200 kilómetros planos de Lima, con autopista en buena parte del trayecto y con un aeropuerto que tiene una pista de aterrizaje equivalente a la del Jorge Chávez. De haber ocurrido el caso imaginario, probablemente todavía al día de hoy ni siquiera sabríamos cuántos poblados damnificados habría", señala Du Bois. Mientras que en su columna editorial de Correo, Aldo Mariátegui sostiene algo parecido: "Ica no queda en Marte. Ica es una localidad costeña cercana a Lima (con un muy buen aeropuerto encima) y habitada por gente alfabeta y castellanohablante en su inmensa mayoría, así que no estamos hablando aquí de excusas por distancias o por brechas culturales, así que es evidente que todo este despelote se basa en que contamos con un sistema estatal que no sirve para nada". Lo que sí sirve para todo es el tremendo coraje y responsabilidad mostrada por la sociedad civil. Por otra parte, con relación a los irreparables daños ocasionados, véase "La tragedia cultural tras el terremoto en [el] Perú" (vía Pospost).

DOS RESEÑAS. Marcel Velázquez Castro publica hoy en El Dominical de El Comercio una extensa reseña al libro Ciudades ocultas. Lima en el cuento peruano moderno (Fondo Editorial de la Universidad de Lima) de José Güich y Alejandro Susti. "El libro presenta un conjunto sugerente de análisis de cuentos de Ribeyro, Salazar Bondy, Congrains, Loayza, Reynoso, Vargas Llosa y Bryce Echenique. La hipótesis central postula que estos cuentistas construyeron un espacio imaginario urbano que formalizó, principalmente, la perspectiva de la clase media y creó una gama de personajes que construyeron sus identidades individuales o grupales por medio de la apropiación o cesión de dicho espacio. Esta política de las imágenes y la resemantización de espacios públicos y privados fueron respuestas creativas y estéticas ante los cambios físicos de la urbe histórica. Esta investigación se apoya en tres conceptos teóricos heterogéneos: ciudad habitada/imaginada de Canclini, cronotopo de Bajtin y prácticas del espacio de Michel de Certeau. Esta pretensión de conjugar antropología, literatura e historia es un mérito que debe ser destacado y que filia este libro con el amplio campo de los estudios culturales latinoamericanos. Sin embargo, la vocación interdisciplinaria del libro no llega a cuajar plenamente ya que los tres conceptos rara vez dialogan en los análisis, el tercero es el más frecuente en los primeros ensayos", escribe Velásquez, quien señala a su vez al final de su texto que ambos críticos con este libro "ha[n] colocado la primera piedra de la cartografía imaginaria del cuento peruano, a otros les corresponderá terminar la historia". Por otro lado, uno de los autores de Ciudades ocultas, José Güich, en su columna semanal en la sección cultural de Correo, reseña el libro Horno de reverbero de José Donayre Hoefken, "uno de esos casos de consciente 'ostracismo literario'. Sus libros publicados hasta la fecha, como La fabulosa máquina del sueño (1999) o La trama de las moiras (2003), dan cuenta de la vocación de este escritor por tejidos narrativos que huyen de lo convencional o lo previsible. Naturalmente, Horno de reverbero (2007) también se ubica en la indeterminación, aquella de la que huye despavorido el circuito oficial y sus tecnócratas". Güich concluye su reseña con las siguientes líneas: "¿Es posible otra narrativa peruana? ¿El neorrealismo urbano está obligado a ceder terrenos? La irrupción de nuevas formas de asumir la escritura de ficciones ya es un hecho consumado, aunque el canon sea, en general, conservador y vacilante para aceptarlo. En el horno de apóstatas como Donayre Hoefken se están cociendo las necesarias mutaciones".

VR HAYA - VA BELAUNDE. Hoy aparecen en los diarios dos notas relacionadas a libros publicados por el Fondo Editorial del Congreso de la República. En El Dominical de El Comercio Enrique Sánchez Hernani realiza una entrevista a dos páginas a Eugenio Chang-Rodríguez, a propósito de la aparición reciente de su libro Una vida agónica: Víctor Raúl Haya de la Torre. La entrevista gira en torno a temas varios. Incluyo un fragmento. "Scorza es otro de nuestros grandes escritores. Yo tengo una ponencia presentada a un congreso en Madrid que fue bien acogida, porque tanto en España como en Francia se conocen muy bien sus libros". "¿Qué decía usted en esa ponencia?": "Daba una respuesta a por qué los escritores que se ocupan del tema indio no han sido muy bien difundidos fuera de América. Creo que eso sucedió, en parte, por la tirada de sus libros". Por otra parte, en su columna de La República Abelardo Oquendo da cuenta de la aparición del libro Víctor Andrés Belaunde. Peruanidad, entorno y confín, a cargo de Domingo García Belaunde y Osmar Gonzales. "Acercarse a este tomo con ojos de ver puede deparar varias sorpresas", sostiene Oquendo.
PD Lunes 20: La sección cultural de La Primera publica una entrevista a Osmar Gonzales.

ADOLPH. Hoy en la sección cultural de El Comercio Ricardo González Vigil reseña Es solo un viejo tren de José B. Adolph. El libro está conformado por "tres docenas de cuentos más uno. Conjunto en que prima lo tanático: la muerte (frecuentemente, asesinato), la decrepitud (con su cuota de enfermedades y creciente discapacidad), el miedo (incluido el paroxismo del terror) y el odio irremediable. Un clima sin ilusiones ni credos, agobiado por el fracaso y el desengaño, abordado con la lucidez atroz del cinismo. Todo impregnado de un humor tan inteligente como delicioso, a la par que una prosa brillante con el ingenio encendido. Y, a pesar de ello, algunos textos enarbolan tercamente (¿inútilmente?) el valor de la solidaridad y la rebelión contra la injusticia: 'La sonrisa de Amelia' y 'La mañana siguiente'", señala González Vigil.

EDUARDO CHIRINOS. La sección cultural de Correo publica
una entrevista de Carlos M. Sotomayor a Eduardo Chirinos por la reciente publicación de Loco amor, "un libro que reúne una serie de poemas de autores peruanos que se articulan en una travesía sentimental", realizado junto a Jorge Eslava. El libro es una reedición (realizada por Alfaguara) de la edición original publicada en 1991 por Colmillo blanco, el sello editorial de Eslava. Incluyo una pregunta. "¿Y cómo surge la idea de hacer el libro?": "Una noche [Jorge y yo] nos reunimos para intercambiar soledades, preparamos una pequeña cena. La amistad y la comida son una buena escenografía para la meditación del amor. El amor nunca busca una buena escenografía para meditar sobre la amistad, pero al revés sí sucede. Entonces, claro, nos pusimos a hablar de nuestras soledades, de nuestros proyectos. Y poco a poco descubrimos que la poesía empezó a hacerse su camino. El empezó a recordar unos poemas, yo otros. Estábamos algo tomados. Y descubrimos que esa combinación de soledad, amistad más alcohol y comida no era más que una reedición modesta del banquete platónico. Y tú sabes que luego del banquete platónico el amor surge como un tema de sobremesa. Y allí surgió con el componente de que nosotros éramos creadores de poesía y con el componente de que nos sentíamos muy solos también. Y allí fue que ocurrió esa idea. Si la poesía era la banda sonora de nuestra soledad por qué no convertirla en un libro".

En la foto: Iglesia del Señor de Luren en Ica tras el terremoto del miércoles.