Bryce, plagios, musas y muertos
El escritor César Gutiérrez publicó el último domingo en el suplemento Crónicas del madrileño diario El Mundo el artículo "Bryce, gran 'fusilador' de artículos". A su vez, Gutiérrez ofrece una exclusiva breve entrevista de tres preguntas a Bryce. Valga señalar que es la primera vez que Bryce responde sobre el tema a un periodista peruano en particular (probablemente por tratarse de un medio español).
Por otra parte, hoy en la página de opinión de El Comercio Fernando Vivas escribe unas "reflexiones sobre el plagio" bajo el título de "Jura que no plagiarás".
El domingo en su weblog Kolumna Okupa Rocío Silva Santisteban publicó un post titulado "Los escritores y sus estereotipadas musas".
Finalmente, hoy en la página cultural de La Primera (diario que inaugura nueva dirección electrónica en su página web) Jack Martínez reseña La felicidad de los muertos de Enrique Cortez. "El protagonista de esta historia es Enrique, y él, narrando primero sucesos autobiográficos, da inicio a La felicidad de los muertos. Hablando de sí mismo, se dirige también al lector, introduciéndolo así en su conflicto, en su inicial aburrimiento y posterior reflexión. Enrique se construye como un personaje marcado por la soledad, la timidez y la lejanía de su madre, quien cumple una condena por terrorismo en el penal de Yanamayo. Ante este hecho, el personaje, incomprendido y desorientado –que nos recuerda en ese aspecto al protagonista de Adiós Ayacucho de Ortega– entrega la posta del relato a otros narradores (en tercera y segunda persona), y deja que la novela se sumerja en la complejidad, a veces fragmentaria, que conlleva el cambio de perspectivas, los saltos en el tiempo y las anécdotas de nuevos protagonistas", señala.
PD: Este sábado en La Noche de Barranco tocará la banda neoyorquina Mahogany conjuntamente con el grupo peruano Resplandor. Imperdible. Más información vía este artículo de Raúl Cachay.
PD2 Viernes 25: En un artículo reciente publicado en el número de abril de la revista española Quimera (y reproducido en su weblog), Gustavo Faverón menciona que Alonso Cueto "abre con la novela La hora azul (2005) lo que se anuncia como un periodo de elaboración de ficciones ideológicamente afines a la doctrina reconciliadora avanzada por el Informe final de la Comisión de la Verdad en agosto del 2003". Sin ningún ánimo de nada, quiero mencionar que yo aquí había hecho referencia, sobre la base de unas declaraciones de Santiago Roncagliolo, en un post del 24 de mayo del 2006, al "tema de la violencia política en la novela peruana post-CVR", nombrando específicamente a Santiago Roncagliolo con Abril rojo y a Alonso Cueto con La hora azul, y donde se puede sumar (como hizo Roncagliolo, quien anuncia dicho periodo), a Víctor Andrés Ponce. Retomé la frase el 10 de agosto de dicho año a propósito de un artículo de Fernando Vivas.
PD3 Sábado 26: Gustavo Faverón ha comentado mi anterior PD. En su artículo del jueves, Fernando Vivas habla de la necesidad de "citar las fuentes de frases y datos prestados". Al comentar dicho artículo, Iván Thays escribe que "no sólo se vulneran los derechos de autor al coger un artículo íntegro de otra persona sino también al dejar de citar -por descuido, negligencia, mala intención u olvido- la fuente de la que sacamos nuestra información". "¿Que la novela de Cueto es post-CVR? Para decir eso no hace falta destreza alguna; sólo hace falta un calendario", alega Faverón con relación a mi PD del viernes. El hecho es que el 02 de marzo del 2006 (en un post significativamente titulado "Memoria y amnesia") él mismo había cuestionado tal uso del "calendario" (mi frase, repito, fue elaborada "sobre la base de unas declaraciones de Santiago Roncagliolo" al diario El Comercio. Yo había acusado recibo de éstas un día antes, el 01 de marzo, en el post "Momentos distintos en la narrativa peruana sobre la violencia política"). Faverón en esa fecha escribió: "En su afán, quizá inconsciente, de apropiarse de algún lugar fundacional, [Roncagliolo] ensaya una peculiar periodificación según la cual la historia de la novela peruana de la violencia se debe dividir en un antes y un después de la CVR". Tal "peculiar periodificación" (en la que está insertada mi frase sobre el "tema de la violencia política en la novela peruana post-CVR") es la que Gustavo Faverón ahora utiliza (en su artículo de Quimera) para afirmar que Alonso Cueto "abre con la novela La hora azul (2005) lo que se anuncia como un periodo de elaboración de ficciones ideológicamente afines a la doctrina reconciliadora avanzada por el Informe final de la Comisión de la Verdad en agosto del 2003".
Por otra parte, Faverón sostiene que "colocar la novela de Cueto con la de Roncagliolo en un mismo rubro es algo que yo no haría. Es más: mi artículo señala específicamente la distancia ideológica enorme entre una novela y otra". Su argumento es atendible. Sin embargo, el hecho de la "distancia ideológica enorme entre una novela y otra" no borra el que ambas obras se escriban y publiquen con posterioridad a la fecha calendario de agosto del 2003. Que las obras se sitúen con relación al Informe a través del diálogo, la contestación o lo ideológicamente afín es adjetivo con relación a la periodización en sí. Así, para Santiago Roncagliolo, en la mencionada entrevista de El Comercio, "lo que marca [el giro de la confrontación al de la reflexión] es la aparición de la CVR". En su reseña en Ajos & zafiros a la novela De amor y de guerra de Víctor Andrés Ponce, Víctor Quiroz señala, por ejemplo, que la misma "busca dialogar con el debate generado, en gran medida, tras la publicación del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación". Para el caso de La hora azul de Alonso Cueto, Gustavo Faverón enumera en su artículo de Quimera las "ideas medulares" que la misma guarda con el Informe de la CVR a través de la frase "Tanto en la novela de Cueto como en el Informe". Siendo correcta la misma, lo preciso hubiera sido afirmar "La novela de Cueto, al igual que el Informe", dado que La hora azul se escribe y publica con posterioridad a la fecha calendario de agosto del 2003. Las "ideas medulares" de la novela, tal y como las enumera Faverón, provienen del Informe. No se retroalimentan mutuamente. Es La hora azul la que se retroalimenta del Informe.
En la foto: Alfredo Bryce, descrito como "plagiador serial" por Fernando Vivas.
Por otra parte, hoy en la página de opinión de El Comercio Fernando Vivas escribe unas "reflexiones sobre el plagio" bajo el título de "Jura que no plagiarás".
El domingo en su weblog Kolumna Okupa Rocío Silva Santisteban publicó un post titulado "Los escritores y sus estereotipadas musas".
Finalmente, hoy en la página cultural de La Primera (diario que inaugura nueva dirección electrónica en su página web) Jack Martínez reseña La felicidad de los muertos de Enrique Cortez. "El protagonista de esta historia es Enrique, y él, narrando primero sucesos autobiográficos, da inicio a La felicidad de los muertos. Hablando de sí mismo, se dirige también al lector, introduciéndolo así en su conflicto, en su inicial aburrimiento y posterior reflexión. Enrique se construye como un personaje marcado por la soledad, la timidez y la lejanía de su madre, quien cumple una condena por terrorismo en el penal de Yanamayo. Ante este hecho, el personaje, incomprendido y desorientado –que nos recuerda en ese aspecto al protagonista de Adiós Ayacucho de Ortega– entrega la posta del relato a otros narradores (en tercera y segunda persona), y deja que la novela se sumerja en la complejidad, a veces fragmentaria, que conlleva el cambio de perspectivas, los saltos en el tiempo y las anécdotas de nuevos protagonistas", señala.
PD: Este sábado en La Noche de Barranco tocará la banda neoyorquina Mahogany conjuntamente con el grupo peruano Resplandor. Imperdible. Más información vía este artículo de Raúl Cachay.
PD2 Viernes 25: En un artículo reciente publicado en el número de abril de la revista española Quimera (y reproducido en su weblog), Gustavo Faverón menciona que Alonso Cueto "abre con la novela La hora azul (2005) lo que se anuncia como un periodo de elaboración de ficciones ideológicamente afines a la doctrina reconciliadora avanzada por el Informe final de la Comisión de la Verdad en agosto del 2003". Sin ningún ánimo de nada, quiero mencionar que yo aquí había hecho referencia, sobre la base de unas declaraciones de Santiago Roncagliolo, en un post del 24 de mayo del 2006, al "tema de la violencia política en la novela peruana post-CVR", nombrando específicamente a Santiago Roncagliolo con Abril rojo y a Alonso Cueto con La hora azul, y donde se puede sumar (como hizo Roncagliolo, quien anuncia dicho periodo), a Víctor Andrés Ponce. Retomé la frase el 10 de agosto de dicho año a propósito de un artículo de Fernando Vivas.
PD3 Sábado 26: Gustavo Faverón ha comentado mi anterior PD. En su artículo del jueves, Fernando Vivas habla de la necesidad de "citar las fuentes de frases y datos prestados". Al comentar dicho artículo, Iván Thays escribe que "no sólo se vulneran los derechos de autor al coger un artículo íntegro de otra persona sino también al dejar de citar -por descuido, negligencia, mala intención u olvido- la fuente de la que sacamos nuestra información". "¿Que la novela de Cueto es post-CVR? Para decir eso no hace falta destreza alguna; sólo hace falta un calendario", alega Faverón con relación a mi PD del viernes. El hecho es que el 02 de marzo del 2006 (en un post significativamente titulado "Memoria y amnesia") él mismo había cuestionado tal uso del "calendario" (mi frase, repito, fue elaborada "sobre la base de unas declaraciones de Santiago Roncagliolo" al diario El Comercio. Yo había acusado recibo de éstas un día antes, el 01 de marzo, en el post "Momentos distintos en la narrativa peruana sobre la violencia política"). Faverón en esa fecha escribió: "En su afán, quizá inconsciente, de apropiarse de algún lugar fundacional, [Roncagliolo] ensaya una peculiar periodificación según la cual la historia de la novela peruana de la violencia se debe dividir en un antes y un después de la CVR". Tal "peculiar periodificación" (en la que está insertada mi frase sobre el "tema de la violencia política en la novela peruana post-CVR") es la que Gustavo Faverón ahora utiliza (en su artículo de Quimera) para afirmar que Alonso Cueto "abre con la novela La hora azul (2005) lo que se anuncia como un periodo de elaboración de ficciones ideológicamente afines a la doctrina reconciliadora avanzada por el Informe final de la Comisión de la Verdad en agosto del 2003".
Por otra parte, Faverón sostiene que "colocar la novela de Cueto con la de Roncagliolo en un mismo rubro es algo que yo no haría. Es más: mi artículo señala específicamente la distancia ideológica enorme entre una novela y otra". Su argumento es atendible. Sin embargo, el hecho de la "distancia ideológica enorme entre una novela y otra" no borra el que ambas obras se escriban y publiquen con posterioridad a la fecha calendario de agosto del 2003. Que las obras se sitúen con relación al Informe a través del diálogo, la contestación o lo ideológicamente afín es adjetivo con relación a la periodización en sí. Así, para Santiago Roncagliolo, en la mencionada entrevista de El Comercio, "lo que marca [el giro de la confrontación al de la reflexión] es la aparición de la CVR". En su reseña en Ajos & zafiros a la novela De amor y de guerra de Víctor Andrés Ponce, Víctor Quiroz señala, por ejemplo, que la misma "busca dialogar con el debate generado, en gran medida, tras la publicación del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación". Para el caso de La hora azul de Alonso Cueto, Gustavo Faverón enumera en su artículo de Quimera las "ideas medulares" que la misma guarda con el Informe de la CVR a través de la frase "Tanto en la novela de Cueto como en el Informe". Siendo correcta la misma, lo preciso hubiera sido afirmar "La novela de Cueto, al igual que el Informe", dado que La hora azul se escribe y publica con posterioridad a la fecha calendario de agosto del 2003. Las "ideas medulares" de la novela, tal y como las enumera Faverón, provienen del Informe. No se retroalimentan mutuamente. Es La hora azul la que se retroalimenta del Informe.
En la foto: Alfredo Bryce, descrito como "plagiador serial" por Fernando Vivas.