Fernando Ampuero, Alonso Cueto
AMPUERO. El domingo en su columna habitual de la sección cultural del diario Correo Olga Rodríguez Ulloa reseñó el libro de cuentos Paren el mundo que acá me bajo de Fernando Ampuero. Tal y como señala la reseñista: "El tono de los cuentos traduce el sentir de un sector de la juventud de la época, embebida de discurso beatnik, psicodelia, y humor negro, y –como se ha dicho– de nihilismo y desencanto, elementos que se harán patentes, por ejemplo, en mucha producción joven de los noventas".
CUETO. También el domingo, en la Revista de Libros del santiaguino diario El Mercurio, Ernesto Ayala reseñó la obra El vuelo de la ceniza de Alonso Cueto. El pasado mes de abril leí esta reeditada novela de Cueto, y las siguientes líneas de Ayala se ajustan muy bien a la impresión que sentí en mi lectura: "Sobre la base del fraseo simple y directo, [Cueto] se las arregla para despegar el lenguaje de cualquier sombra avara o telegráfica, para tomarse licencias poéticas de una respetable ambición, que nunca enturbian o hermetizan lo dicho, sino que lo hacen reverberar. Por ejemplo: 'En el asiento del taxi, Boris da un nuevo salto. Están en el malecón, junto a varios montones de maleza. El aire líquido se confunde con el vacío del mar. Las luces del micro que avanza en dirección contraria le hacen un guiño'. Contar con agilidad y máxima economía, y al mismo tiempo utilizar un lenguaje rico, denso, metafórico, que no peque de ostentoso, sino que se muestre como otra forma de ser justo y preciso, no es una ecuación sencilla, y en este terreno Cueto obtiene sus mejores logros. De hecho, al terminar El vuelo de la ceniza se tiene la sensación de que la novela no es más que una excusa, un buen divertimiento, para llevar adelante este desafío estilístico". Se trata de una específica valoración crítica mucho más justa con la obra misma que las vacías afirmaciones elogiosas incluidas por la editorial Seix Barral en la contracarátula del libro, como cuando se señala que la novela cuenta "una de las aventuras policiales más emocionantes jamás contadas en América Latina".
En la foto: carátula de la primera edición de la novela de Cueto publicada en 1995 por Apoyo.
CUETO. También el domingo, en la Revista de Libros del santiaguino diario El Mercurio, Ernesto Ayala reseñó la obra El vuelo de la ceniza de Alonso Cueto. El pasado mes de abril leí esta reeditada novela de Cueto, y las siguientes líneas de Ayala se ajustan muy bien a la impresión que sentí en mi lectura: "Sobre la base del fraseo simple y directo, [Cueto] se las arregla para despegar el lenguaje de cualquier sombra avara o telegráfica, para tomarse licencias poéticas de una respetable ambición, que nunca enturbian o hermetizan lo dicho, sino que lo hacen reverberar. Por ejemplo: 'En el asiento del taxi, Boris da un nuevo salto. Están en el malecón, junto a varios montones de maleza. El aire líquido se confunde con el vacío del mar. Las luces del micro que avanza en dirección contraria le hacen un guiño'. Contar con agilidad y máxima economía, y al mismo tiempo utilizar un lenguaje rico, denso, metafórico, que no peque de ostentoso, sino que se muestre como otra forma de ser justo y preciso, no es una ecuación sencilla, y en este terreno Cueto obtiene sus mejores logros. De hecho, al terminar El vuelo de la ceniza se tiene la sensación de que la novela no es más que una excusa, un buen divertimiento, para llevar adelante este desafío estilístico". Se trata de una específica valoración crítica mucho más justa con la obra misma que las vacías afirmaciones elogiosas incluidas por la editorial Seix Barral en la contracarátula del libro, como cuando se señala que la novela cuenta "una de las aventuras policiales más emocionantes jamás contadas en América Latina".
En la foto: carátula de la primera edición de la novela de Cueto publicada en 1995 por Apoyo.