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viernes, octubre 26, 2007

La factura Machu Picchu

Cultural: Historia y violencia nacionales en arte pop de Marcel Velaochaga

Por Rebeca Vaisman*

En su taller de jirón Contumazá, la radio está siempre en Doble Nueve. Los lienzos ocupan las dos habitaciones. Marcel Velaochaga (Lima, 1969) trabaja varios cuadros a la vez. A la mayoría le faltan sólo detalles. Baja un poco el volumen.
Esta es la primera parte de una serie que prepara desde hace un año: Machu Picchu como tela de fondo sobre la que posan los turistas más impensados: Los Simpson, Neil Armstrong, Indiana Jones. Antes del concurso que la eligió como una de las siete nuevas maravillas del mundo, Velaochaga trabajaba la cuidadela inca para su muestra Machu Pictures como la postal que quiere vender el Perú. No votó en el concurso.
Luego, fue dejando que la historia pasara por las ruinas. Aparece Pizarro, en una versión del cuadro de Hernández de comienzos del siglo XX. Y Fujimori, en aquella imagen en la que baja las escaleras de la embajada de Japón. Los cuerpos acribillados de los emerretistas a sus pies.
Sobre la línea histórica que se dibuja entre ambos cuadros hay lugar para otro. Uno en el que Stalin y Lenin han sido sacados de una fotografía de 1919 –post Octubre Rojo– y depositados en Machu Picchu. "Es parte de mis imágenes infantiles, porque mis padres pertenecían al Partido Comunista. Esas eran las imágenes que estaban en mi casa. Las uso porque son parte de mi memoria visual", explica el artista.
Velaochaga egresó de Bellas Artes en 1995. Antes estudió diseño gráfico un año en el taller de Joe de León. En el '96 dejó la pintura para unirse a los subtes Voz Propia como tecladista. Estuvo con la banda hasta el 2000, cuando volvió a la pintura. Explica que le gusta mucho trabajar el color y la gráfica. Que lo suyo es el pop. "En el Perú, el pop no es como el norteamericano o el inglés", precisa. "Aquí, el arte pop es político".

"Mira, yo de derecha no soy. Pero tampoco soy militante de nada", continúa el pintor. "Cuando mi papá me reclamaba que utilizara a Abimael Guzmán –¿Por qué metes a ese tipo?, me decía– yo le contestaba que ese tipo había salido del partido, que el partido lo había hecho. Claro, Sendero Luminoso fue una desviación, porque el Partido Comunista fue legal. Pero de ahí salieron estos grupitos".
En el 2005, Velaochaga participó en una muestra colectiva del C.C. de España intitulada "Inkarri, vestigio barroco" con la obra "Los funerales de Atahualpa". Su versión del original de Luis Montero, del siglo XIX, se construye a través de referentes que van desde Velásquez hasta Lichtenstein. Y de imágenes que atraviesan la historia: la de Abimael Guzmán puño en alto, como en la fotografía del funeral de su primera esposa, Augusta La Torre (muerte que varios le atribuyen); y la del Papa Benedicto XVI, sosteniendo la cabeza del Che Guevara. Por esta última imagen, el C.C. de España le hizo firmar un documento en el que Velaochaga se hacía responsable del contenido de su obra. (En el 2002, la anterior dirección de esa misma casa cultural le había retirado una pieza en la que también aparecía Guzmán, en pose de súperhéroe: "La mesa de trabajo de Félix Rebolledo". Rebolledo fue un profesor de Bellas Artes que se unió a SL y falleció en la matanza de los penales.) "Los funerales…" fue parte de la muestra que Micromuseo, de la mano de Gustavo Buntinx, llevó a la Bienal de Valencia en marzo. Según explica Velaochaga, pocas semanas antes del cierre, alguien del Arzobispado dio la voz de alerta sobre el Papa de su cuadro y cerraron toda la muestra. "Dijeron que fue por goteras, pero cuando la cerraron ya habían pasado las lluvias".
¿Tu intención es ser provocador?

Para nada. El boceto de Fujimori lo tengo desde antes que pensara que iba a regresar. Quiero decir que Machu Picchu es el Perú que todos quieren mostrar, pero que ocurren también otras cosas. Igual lo de Abimael: yo no lo inventé, está ahí porque tiene que estar. Si trabajo nuestra historia no puedo evitar ponerlo.
¿El artista debe tomar una postura en su obra?

Puede tener una postura política, pero esta no necesariamente tiene que estar en la obra. O sea, que yo ponga a Abimael no significa necesariamente que yo sea simpatizante de SL. Yo trato de ser lo más claro posible, de eso se trata el arte para mí. No es hacer cosas complicadas: yo no soy intelectual, soy un pintor. Creo que si uno analiza bien el cuadro sí se llega a entender. Por el contexto de la imagen utilizada, por el lado de la cama en el que se está. A mí me parece que Abimael fue un problema muy grave, que hizo mucho daño. Pero no puedo dejar de incluirlo por eso. Es más, por eso mismo debe estar: para que la gente recuerde que es algo que pasó y que puede volver a pasar.

* Publicado en Caretas 1999.
En la foto:
En el Perú como postal turística, todo se explota. Aquí, las llamas son Los prisioneros. [Leyenda de Caretas] La muestra se inaugura el martes 30 en Vértice (Ernesto Placencia 350, San Isidro).