Cultura: Álvaro Lasso, de Estruendomudo, y los aires de la situación editorial local
Por Rebeca Vaisman*
Formada en el 2003, la editorial Estruendomudo, dirigida por Álvaro Lasso (Azerbaidjan, 1982), es una de las más activas de la camada de editoriales jóvenes. A partir de este año, sin embargo, esperan que su propuesta editorial sea también viable económicamente. El primer paso es la colección Cajas, que se inaugura con la reedición de Crisis respiratoria, libro de cuentos de Susanne Noltenius que salió el año pasado.
La llamas tu colección de best-sellers.
Tener un best-seller, para una editorial grande en el Perú, es vender cinco mil ejemplares. En España, un best-seller es de cien mil. La distancia es abismal, y no sólo comparada con la situación editorial del Primer Mundo, sino con la de países como Argentina, México, Chile y Colombia. Países con una mejor educación, políticas editoriales y con una cultura de lector. Es curioso sacar esta colección: con un tiraje de dos mil ejemplares, es de best-sellers pero de juguete, en chiquito.
¿Cuál es su estrategia de marketing?
El libro, por más que es un objeto mágico, también es uno de consumo. Santillana, Planeta o Peisa invierten mucho dinero. Nosotros, editorial pequeña y sin recursos, hemos trabajado el marketing al máximo a través de Internet, afiches, separadores de página. Separar la cultura del mercado es algo primitivo que en el Perú sigue vigente por cucufatería. Si haces marketing, la gente "culturosa" piensa que el libro es malo. Eso mata a los editores jóvenes, que creen que tienen que ser románticos, suicidas. Tenemos claro que si no hacemos publicidad, no vamos a vender ni sobrevivir.
Han estado en ferias internacionales.
Sí, en Santiago y Guadalajara dos veces.
¿Qué piensas de la FIL-Lima?
Nuestra presentación oficial fue en la FIL-Lima 2004 y recién en el 2006 tuvimos stand propio. Un riesgazo, porque está a más de mil dólares, que no recupero. Pero es una vitrina importante, un espacio que debe crecer: la FIL-Lima es el Centro de Convenciones del Jockey Plaza, mientras que la de Guadalajara es el Jockey Plaza. La Cámara Peruana del Libro –que hace una buena labor– tiene un trabajo pendiente de gestión para despertar interés de las empresas, y que aporten dinero en la Feria.
Hay otros aspectos importantes de la situación editorial, como la inoperancia de la Ley del Libro.
No conozco bien el tema. Creo que los editores estamos muy separados y no hay interés en reclamar. ¿Qué gano diciendo que al Estado no le interesa la cultura? ¡Si eso ya lo sabemos! Me importa mucho, pero ¿qué me importa más? ¿un sueldo o pelear por la ley del libro? Me puedo dedicar a reclamar, pero me descuido y se me cae todo.
¿No se pueden hacer ambas cosas?
No todo el tiempo. Suena egoísta, pero si no cubres tus necesidades básicas, no puedes pensar en las políticas.
Pero en un país donde más del 50% no tiene cubiertas sus necesidades básicas, no debiera admitirse que descuiden o cedan derechos y responsabilidades.
Soy un reflejo del Perú en ese sentido. Estoy más atento a lo que voy a comer al día siguiente, que a leer la propuesta política de Alan García. Soy consciente de que tengo que cambiar eso, porque si algo favorecería al editor –pequeño o grande– es estar informado y comprometido con objetivos comunes.
* Publicado en Caretas 1986.