La derechona
Hace muchos años que en España no se vive un proceso electoral tan incierto como el que llevará a los españoles a las urnas el 9 de marzo próximo, en medio de una crispación que ha alcanzado niveles insospechables.
Con todos sus errores y desaciertos, si hay algo que ha caracterizado al gobierno que preside el socialista José Luis Rodríguez Zapatero ha sido la tolerancia, las buenas maneras, y una constante predisposición al diálogo, o sea lo que el propio presidente de gobierno ha calificado de talante. Pero tanto talante y tantas buenas maneras, a lo largo de cuatro años de legislatura, no han logrado suavizar jamás la crispación que ha sido la constante del comportamiento político del principal partido de oposición, el Partido Popular del ex presidente José María Aznar y del sector duro que lo rodea. Los principales miembros de este sector, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana ocupaban dos ministerios claves cuando el atentado islamista del 11 de marzo del 2004. Zaplana era entonces Ministro Portavoz y Acebes nada menos que Ministro del Interior.
Con la complicidad de algunos medios de comunicación, estos tres señores intentaron colarle a toda España el muy inmoral cuento de que aquel atroz atentado había sido obra del grupo terrorista ETA y no fruto directo y podrido de la sobonería bobalicona del ensoberbecido presidente Aznar a su gran hermano George Bush. Una pegajosa y melindrosa sobonería de enano a gigante que terminó con el envío de tropas españolas a la oprobiosa y mentirosa invasión de Irak, que tan fatales consecuencias ha tenido para los propios Estados Unidos.
Como un castillo de naipes se vino abajo el delirio de grandeza de lo que el gran columnista español Francisco Umbral, creo yo, había bautizado como la derechona. Y si no fue Umbral, pues mereció haberlo sido. En todo caso la palabra ha quedado y forma parte hoy día de la vida política española como sinónimo tanto de crispación, de envidia, y de obstruccionismo, como de una manera casposa de ver, vivir y entender la realidad y la política, y, por qué no, también de una visión cavernaria de la realidad y de una absoluta incapacidad para permitir el más mínimo cambio en la relación de fuerzas en el seno del propio Partido Popular.
El cabe, la zancadilla política, ha alejado del Partido Popular a hombres tan importantes como el economista Rodrigo Rato y, más recientemente, a Alberto Ruiz Gallardón, tres veces elegido alcalde de Madrid por mayoría absoluta, que intentó moverse en la foto del partido y literalmente sufrió una amarga crucifixión negra y asquerosamente política y mediocre. Porque la derechona, además de casposa, es mediocre, y hasta me atrevería yo a decir que esperpéntica. Lo más reaccionario de la Iglesia española por supuesto que navega con ella por las negras aguas de la cloaca y llega a extremos inusitados de obsecuencia a través de la COPE, "la radio de los obispos", como se le conoce en España, a pesar de que si hay un medio de comunicación que ha hecho de la calumnia y el insulto una manera muy sui generis de hacer periodismo, éste es nada menos que la muy pía COPE, que es, por decirlo de alguna manera, como el rizo rizado de la derechona.
Y hoy nos encontramos con que al frente de esta nave y de tanto vómito negro se encuentra un hombre/marioneta llamado Mariano Rajoy, que sin duda soñó con que este cargo de candidato con altas probabilidades de triunfo le pertenecía realmente, o sea por merecimientos propios. Pero resulta por ahí que lo pusieron a dedo y que además lo obligaron a casarse para que diera la talla viril y por ahí también resulta que el pobre no abre la boca sin que antes, en los inefables maitines del Partido Popular, o sea los conciliábulos en que Aznarín, con sus bufandas tan largas como su estilizada cabellera inexplicable, la pía Esperanza Aguirre, tan reaccionaria que es incluso incapaz de disculparse cuando comete un gravísimo error, un error casi inhumano, Eduardo Zaplana, el hombre al que se le escapó decir que si había entrado a la política era para forrarse, y a Ángel Acebes, tan niño bueno y tan beato él, que aún sueña con que, por milagrosa revelación divina, ETA y no Al Quaeda termine siendo el autor de los dantescos atentados de Atocha, que lo convirtieron en uno de los más cínicos y mentirosos ministros del Interior que en el mundo han sido.
En fin, que después de los maitines nada queda ya del político Mariano Rajoy y sí todo de la marioneta. Una verdadera lástima, porque a Mariano Rajoy le habría correspondido el gran papel de centrar a su partido, de que el PP volviera a sus fuentes de centro derecha, de la misma manera en que el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero representa al centro izquierda y Gaspar Llamazares, líder de Izquierda Unida, a un democrático y remozado partido comunista español. Pero los españoles no han tenido esa suerte y por ahí aparecen aún en los diarios fotografías de ex militares alejados del ejército por unos desmanes golpistas en pleno gobierno de Rodríguez Zapatero, y también, cómo no, católicos fervientes que se desmarcan claramente del descarado apoyo de la Iglesia española al candidato/marioneta del Partido Popular. En fin, todo muy dentro de esta casposa derechona, que, ya en épocas don Antonio Machado, mereció aquellos famosos versos: Españolito que vienes / al mundo, te guarde Dios / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón.
* Publicado en Caretas 2016.